La Phoenix canariensis o Palma canaria crece espontáneamente en Las Canarias, donde se aprovecha al máximo todas sus partes comenzando por las “pencas” que entrelazadas sirven para la cestería artesanal y de alimento para el ganado. El pecícolo espinoso “talajague” se ha utilizado para cercas, como leña y una vez quitada las espinas como juguetes para los niños. El fruto “támbara” aunque no contiene mucha pulpa, es aprovechado para el ganado. De sus raíces, sogas y hasta después de muerta su tronco sirve de colmenas para las abejas.
A estas prácticas culturales se le suma un proceso distintivo encontrado sólo en la Gomera el de la obtención de la Miel de Palma. Éste proceso riguroso que no entiende de pausas, se hace día a día donde la savia de la palmera se extrae a través de un sangrado (método heredado de los aborígenes “Guanches” anterior a la conquista;) que consiste en el corte de la yema terminal desde donde fluye la savia llamada “guarapo” el cual se recoge todas las mañanas antes de la salida del sol, pues el guarapo fermenta con mucha rapidez y si llueve o hace mucho calor el guarapo no es útil. Luego se pone al fuego varias horas y comienza el proceso de despumado donde se eliminan todas las impurezas, quedando como resultado un litro de miel de los aproximados siete u ocho de litros de zumo. La temporada de preparación de las palmeras para la recolección de guarapo comienza desde enero hasta Junio, aproximadamente; pudiendo llegar a producir una palmera entre 1500 y 2500 litros, incluso hasta más.
La técnica de la obtención del guarapo es incruenta y hostil por lo que la palmera, sigue viviendo y para volver hacer uso de ella tienen que pasar un promedio de cuatro a cinco años hasta su recuperación. La Miel de Palma es un complemento alimenticio ideal para niños, jóvenes deportistas y en general para personas activas, gracias a su gran contenido en calcio, cobre, hierro, fósforo, magnesio, potasio, sodio, zinc etc.